Llámese chisme, intriga, rumor, crítica o comentario:
Muchas veces no es lo que se dice sino cómo se dice y la intención con la que se comentan las cosas.
El Diccionario de la de la Real Academia, de la Lengua Española, define el chisme como “noticia verdadera o falsa, o comentario con el que generalmente se pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de alguna.”
El chisme es tan antiguo como el hombre mismo, porque difundir o escuchar rumores forma parte de su naturaleza humana.
Todos estamos expuestos al chisme, uno de los hábitos más destructivos en el mundo, que nos sigue dondequiera que vayamos y en todo lo que hacemos, es algo que no se ve pero se siente.
A las personas se nos conoce por lo que somos, por cómo actuamos, pero el alma de las personas se le conoce por lo qué decimos.
Una persona chismosa es aquella que puede decir algo verdadero o falso, aún así, desde cualquier punto de vista el objetivo es hacer quedar mal a una persona con otra. Un daño irreparable puede ser hecho con cada palabra, sin importar si la información difundida sea verdadera o no.
Imagine por un instante el poder que tiene el chisme, la intriga, que en su momento logro destruir el Imperio más grande y poderoso que la historia humana ha conocido: El Imperio Romano.
Otro ejemplo sería el caso del profeta Daniel: es bien sabido que por intrigas de sus rivales fue echado a la cueva de los leones y en la Biblia, Susana, fue una mujer difamada, calumniada como adúltera pero defendida de las nefastas acusaciones por el joven profeta y librada de la muerte.
Si bien es cierto que el ser humano tiene la posibilidad de comunicarse a través del habla, las críticas si no son malas son constructivas porque nos permiten detectar nuestros errores y limitaciones y nos dan la oportunidad de ser mejores, pero en muchas ocasiones se le ha utilizado para destruir la reputación, honestidad, integridad y bondad de una persona que a lo largo de los años ha desarrollado y en un momento por un comentario su reputación es deteriorada, puede ser destruida y dependiendo de las circunstancias es poco probable que lo que se diga o haga logre borrar la mala imagen que genero el chisme y el daño, ése ya está hecho.
Pero llámese chisme, intriga, rumor, crítica o comentario: Muchas veces no es lo que se dice sino cómo se dice y la intención con la que se comentan las cosas.
La palabra tiene muchísimo poder, el problema es que se nos olvida. Es fácil criticar, comentar, chismorrear y mucho más sin tener a la persona delante. Es tan fácil criticar, hacer comentarios a la ligera, interpretar, opinar sobre otros, que la mayoría de las veces se habla de manera irresponsable y en muchas ocasiones con opiniones infundadas de alguien con la que muchas veces se convive porque es fácil encontrar defectos entre quienes convivimos. Criticar a todos y por todo.
Lamentablemente pocas veces nos detenemos a pensar los efectos y consecuencias que puede ocasionar el chisme.
Lo cierto es que el chisme no es un acto entretenido, divertido ni es inofensivo, es algo muy serio y delicado ya que el chisme siembra desconfianza y daña muchas veces de manera irremediable.
Recordemos, que en la época de la Inquisición bastaba que alguien denunciara a una persona de practicar brujería para que la Iglesia la llevara a la hoguera.
En ocasiones por las malas experiencias vividas se hace el chisme y haciendo juicios generales se distorsiona la realidad convirtiendo a la persona chismosa en el centro de la atención.
Todos sabemos que tan mal está chismear como prestarnos a escuchar chismes, pero el que escucha tiene la posibilidad de decidir si lo que escucha es algo que quiera saber o no y es el único que puede decidir cambiar el tema de la conversación.
Este artículo es una invitación a la reflexión.
Si eres el tipo de persona que le gusta hablar de otros en cualquier momento que encuentra oportuno, seguramente no serás la persona a la cual otra gente vendrá a ti por un consejo o a quien te platique algo de su vida pues no serás confiable.
Platícame un chisme y te diré que padeces